PROYECTO EDUCATIVO INSTITUCIONAL

En el Colegio San José del Movimiento de la Palabra de Dios brindamos una educación integral y personalizada, según el estilo de vida del Evangelio.

Educar integralmente es atender, en el proceso educativo, el desarrollo armonioso de la persona en todos sus niveles: físico, psíquico, espiritual, intelectual, cultural, comunitario y de compromiso con la historia que le toca vivir.

Decimos educación personalizada, porque cada alumno en nuestras escuelas es considerado como un don original y único de Dios, llamado a la vida comunitaria del Evangelio. Respetado en su dignidad y en sus tiempos es animado a reconocerse cada vez más hondamente como hijo de Dios, miembro de la Iglesia y constructor de la sociedad.

Proponemos un proceso educativo y formativo desde la Pedagogía del Encuentro y la Libertad Responsable. Educar en la libertad exige educar en la responsabilidad, y esto supone un camino progresivo de formación de la conciencia, orientado al descubrimiento de la Verdad, del Bien y en definitiva, del Amor

 

En cada nivel y de acuerdo a cada edad, procuramos generar espacios donde los niños y jóvenes puedan:

 Aprender a amar, convivir, pensar, elegir y obrar; según los criterios del Evangelio.

 Tomar conciencia de la dignidad de la persona humana creada a imagen de Dios.

 Asimilar crítica, sistemática y comunitariamente la cultura que lo humaniza y lo abre a los demás.

 Lograr actitudes de conciencia, diálogo y compromiso.

Construir la historia con opciones libres, justas y fraternas para un país nuevo y una sociedad más justa.

 

 

Nuestra historia…

El Colegio San José fue fundado en el año 1954 por el Instituto de Religiosas de San José. La misión de esta institución se centraba en la formación integral, y su propuesta consistía en acercar la educación a niños y niñas que requerían una atención más personalizada en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Con esta finalidad, entre los años 1975 y 1976, se crearon los grados niveladores para aquellos alumnos, lo que indicaba un avance pedagógico para la época.

En el año 1984, se confía a El Movimiento de la Palabra de Dios, la gestión y conducción del Colegio asumiendo esta Obra de la Iglesia los nuevos desafíos que la educación y la evangelización plantean.

El Colegio San José, siguiendo con la tradición iniciada por la Congregación de las Religiosas de San José, con una definida opción por los niños, los jóvenes, las familias y los más necesitados; desde los pilares del discernimiento, la comunión y el servicio, educa hoy para una vida responsable que favorezca la convivencia humana desde la verdad y el amor.

MOVIMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS

El Proyecto Educativo y Pastoral de nuestro colegio se sustenta en el carisma del Movimiento de la Palabra de Dios

Su fundador, el P. Ricardo Mártensen ha dedicado la mayor parte de su trabajo pastoral a la evangelización y formación de jóvenes y familias a partir del encuentro con el Dios vivo del Evangelio, realizando procesos personales y comunitarios, buscando gestar, de esta manera, un tejido social nuevo.

Dicho Movimiento, nacido en Argentina en el año 1974 y presente en la actualidad en: Paraguay, Ecuador, Perú, Uruguay, Brasil, EE.UU. y España, expresa de esta manera su carisma fundacional.

«Anunciar el Evangelio desde la Alianza del amor fraterno, construyendo comunidades de salvación bajo el Señorío de Jesús».

Es un carisma:

Evangelizador: Anunciar a Jesús como Salvador y Señor, y la vida eterna de su Evangelio.

Comunitario: Desarrollar la alianza del amor fraterno en la comunidad y del amor universal de Dios a todos los hombres.

Pastoral: Desarrollar el pastoreo integral de la vida personal y comunitaria a la luz del discernimiento.

Civilizador: Formar comunidades de salvación que gesten brotes civilizadores de un Mundo Nuevo y así servir a la sociedad en sus necesidades.

Antropología que sustenta nuestro Proyecto... 

Todo concepto sobre educación responde a un concepto de persona. Es así que cuando nos referimos a educar de forma integral y personalizada hacemos referencia a una concepción cristiana de hombre.

En el anuncio y los escritos del P. Ricardo, encontramos el desarrollo de una antropología creacional que es sustento de nuestro proyecto educativo pastoral.

Sintéticamente podemos expresar: La Biblia, como revelación de Dios, caracteriza a la persona como «imagen y semejanza» de su Creador… La persona humana, en el contexto de toda la Creación, tiene una dignidad especial. Es un ser consciente de si mismo que se parece a Dios sin ser Dios. Y que es llamado a vivir en alianza con su Creador. (P. Ricardo, Yo soy. Meditaciones pastorales sobre la identidad humana, Editorial de la Palabra de Dios-Ediciones Paulinas. Buenos Aires. 2011. Pg 32).

Fuimos creados por Dios para vivir en libertad, pero esa libertad debe estar ordenada al amor. (Gal.5,13.14).

Libertad y responsabilidad deben crecer simultáneamente y si bien son características propias y únicas de la persona requieren un contexto de formación y una progresión que conduce de la heteronomía (asumir normas externas) a la autonomía (responder a una norma interna).

Esto se logra a través de un proceso formativo que acompaña el crecimiento humano y espiritual.

La persona es imagen del Dios trinitario a través de tres notas constitutivas:

♦ Conocimiento de sí: El ser personal es capaz de pensar sobre sí mismo, de tomar conciencia de sí, darse cuenta de quién es.

♦ Posesión de sí: Consciente de sí, puede disponer de su ser y de sus actos. No dispone de manera instintiva. Es un ser libre y responsable de sus acciones.

♦ Donación de sí: Capaz de amar. De tal forma se posee que es capaz de darse y de recibir a los demás.

La persona se completa – como imagen de la Trinidad de Dios – cuando, conociéndose a sí misma como la conoce Dios y poseyéndose a sí misma como sujeto de sus dinamismos y libertad puede donarse a sí misma en la verdad y el amor. (P.  Ricardo; El amor a nosotros mismos, Editorial de la Palabra de Dios; Buenos Aires; 1999; Pp. 111).

Sin duda esta concepción de persona orienta nuestro planteo educativo: educar supone entonces un proceso de personalización, es ayudar al hombre, desde sus primeros años, a encontrar  en su vida la trascendencia del amor, es decir, la posibilidad de salir de sí en el encuentro con Dios y con los demás.